lunes, 27 de octubre de 2008

I'm thinking about those days.

Estoy harta de la gente con sus promesas falsas.
Estoy harta de releer mentiras en una conversación vieja (o nueva, también).
Estoy harta de que me engañen, me lastimen.
Estoy harta de que jueguen conmigo.
Estoy harta de que todo lo que me digan sea no más que una falacia a veces inteligente a veces no.
Estoy harta de que los verdaderos sentimientos estén ocultos tras un velo de superficialidad irrompible, inquebrantable e imposible de atravesar ni siquiera en teoría.
Estoy harta de vivir asustada y acomplejada.
Estoy harta de que todos los que me rodean sean temporales.
Estoy harta de revivir pasados muertos y ver zombies en todos lados.
Estoy harta de no poder poner ni un ápice de esfuerzo en nada y cuando lo hago, nada sale bien.
Estoy harta de ser la segundona, la sobra, la que nadie quiere y nadie llama.
Estoy harta de no significar nada para nadie más que una piba, una amiga, una flaca algo boluda, de esas que se deprimen por cualquier cosa y nunca hilan dos pensamientos completos.
Estoy harta de empezar libros y no terminarlos.
Estoy harta de saber mucho y no saber nada.
Estoy harta de sentirme desplazada por el primer soquete que anda por ahí.
Estoy harta de sentirme tan sola y tan acompañada.
Estoy harta de sentirme insulsa, irreparable, rota.
Estoy harta de tener dos caras, de ser tan superficial y tan ególatra.
Estoy harta de pretender cosas que no puedo tener nunca.
Estoy harta de que intenten ayudarme siempre de las mismas maneras infructuosas.
Estoy harta de no poder dejarme ayudar.
Estoy harta de estar en un pozo en forma figurada y que la gente me diga que estoy exagerando aunque quizás lo esté.
Estoy harta de sentirme tan mal todo el tiempo.
Estoy harta de no poder superarme.
Estoy harta de estar harta y estoy harta de odiarme.

domingo, 19 de octubre de 2008

Out of place and time.

¿Soy irracional? ¿Soy tan chica como mi edad dice? ¿O es que aquello solamente denota cuán pequeña soy? Porque soy chica, muy chica. Y me asusta pensar que siendo tan chiquita, tan chiquita, tan chiquita en tantos sentidos, tenga pensamientos tan sinceros acerca de cosas que no son. O que son, pero no deberían ser. Quizás sí me hago la víctima y mi viejo tenga razón. Quizás esté exagerando, es una de mis características. Pero no es normal, ¿o lo es?, que sea tan recurrente. Que las cosas vuelvan sobre sí mismas después de cada charla así. De que me canse, aunque sé que me canso rápido. Por qué debería estar tan casada, si las cosas no son como yo creo que son, o quizás sí o quizás no. O quizás la puntuación es diferente y esto en voz alta suene tan mal como escrito.
Divagues boludos, porque no hay otra manera de decirlo. Son boludos, punto. Quiero dejar de dudar, y quiero que mis promesas tengan fundamento. O al menos poder ser consecuente y dejar las dubitaciones o lo que sea de lado. Mi arte es algo raro, ¿no?, por otro lado. Digo, quizás las caras que pone mi vieja al verlo tienen sentido y son verdaderamente la reacción que tendría cualquier persona normal.
Insisto en el concepto de normalidad. ¿Qué es esto? Tengo 17 pero tengo amigos más grandes. ¿Es que al ser ellos más grandes sólo me convierto yo en más pequeña o en verdad puedo sobrepasar eso y aprender, copiar, escuchar y ponerme a la altura? Quizás debiera no hacer nada. Quizás debiera estupidizarme y volverme una cualquiera. Eso o ser un autómaton. Cada vez que lo pienso y me planteo seriamente eso, sé que no va a poder ser. Que cuando se me pase el mal humor y la emoicidad voy a querer ver a mi gente y que me levanten el ánimo. Y ahí es cuando entra otra cuestión a debatir. ¿Debería ser autosuficiente? Soy muy dependiente, pero la gente no depende de mí. Es unilateral. Y al ser unilateral, estoy en una posición de desventaja. Desvetaja garrafal, diría. Quizás la gente juegue conmigo, quizás no. Quizás de verdad esos abrazos que me dan sean de verdad. Quizás, quizás. Quizás no.
Y el problema está en que si no lo son, ¿dónde quedaría mi cordura? ¿Y mi corazón? ¿Existiría? Este mundo está lleno de falsedades, de dobles sentidos. Y me canso, me canso. Quisiera que todo fuera más lineal, más verdadero y más real. Más real, por sobre todo, en el sentido literal de la palabra, quitando de que provenga de una realidad tan fluctuante como acabo de citar.Porque todo parece tan etero, tan fluído, tan horriblemente volátil. Es imposible volver el tiempo atrás, y las cosas se rompen y se desvirtúan fácil. ¿Qué queda dentro de mi mente cuando cierro los ojos a la verdad? Falacias y citas de libros y música. Y en el negro de mis párpados no puedo ver un fuego que me indique dónde ir. Y me pierdo adentro, me pierdo y encontrar dónde ir es tan difícil como ser consecuente y que mis pensamientos, acciones y contexto coordinen.

martes, 14 de octubre de 2008

La última página.

Cuando uno termina un libro está contento. Aunque el final sea triste, sabe que la historia no sigue, que no hay posibilidad de cambio y que esa fue la resolución final de los acontecimientos. Uno sabe con certeza que no es necesario continuar divagando, que debe quedarse con ello y conformarse. Es casi como terminar un capítulo de una vida, de darlo por cerrado.
Y si el final es feliz es incluso más decepcionante. Es decir, uno tiende al pesimismo, o al menos yo, y esa sorpresa (que no es sorpresa, sino más bien la rotura de una esperanza de realismo en una novela) es la que te tira al suelo dejándote aturdida. Porque los finales felices de los libros no te llegan, y las complicaciones del camino son más intrincadas y las historias lineales no hacen más que ahuecar la realidad, dejando un agujero horrendo e imposible de llenar.
Con sacabocados sacás pedacitos de tu razón para tirarlos, rompiendote el coco, tratando de dislucidar un por qué.
Y no lo encontrás.

No leer bajo ningún concepto.

Creo que esa necesidad por lo agresivo nace de mi necesidad de alejar a lo externo, de aislarme. De miedo. Porque con un ataque agresivo sé que quizás me usen, pero al menos me desean, ¿no? ¿No? Me da cierta certidumbre.
Pero mis inseguridades me inhiben tanto como me abren. Me abren las piernas como una puta cualquiera, pero me contraen los músculos para que me duela la primera embestida. Y el miedo a ese dolor, por más miedo tonto que sea, es un miedo incontrolable. Saber que caminás sobre aire es tan incómodo como mis zapatillas rojas. Es mi lado autista, aquel que prefiere escudarse tras una pantalla, tras un teléfono, tras una capa de grasa, tras un tipo de música, tras un arte revelador. Mi verdadero yo se me escapa, como siempre, y termino sin saber quién soy.
Esa persona con una mochila de preocupaciones encima es tan desconcertante como aquel lado sexualmente dominante que me imprime de vez en cuando, y rompe esa barrera, corre a pesar del peso. Y se cansa, y se duerme, y no despierta más a menos que lo remuevan. Y necesitan que le muevan el colchón en donde se tiró con fuerza, golpearse, para recién ahí gritar un "5 minutos más" que resultan ser nuevamente eternos.
Dónde estoy, adentro de ese nudo de mi garganta, sigue siendo un misterio para mi razón. La típica pregunta horrible de quién uno es. La trascendental, la única verdadera, la única que importa al final de todo.
Y adentro de mis ojos no lo voy a encontrar.
Adentro de mis cavidades menos.
Adentro, adentro. No.
Afuera, en otros, en mi reflejo, en lo externo. Eso me define. El contexto.
Y ¿qué soy sin el contexto? Una masa eterea que fluye por el aire, se desvía, se esparse, se difumina, no tiene límites y no ve razones y no es más que en sí y no es más que en otros. Y no es en ningún lado, en ninguna parte, en ningún lugar, en nadie, en todos, en ninguno.

lunes, 6 de octubre de 2008

Ni.

Esto nadie lo lee. Lo cual me da cierta privacidad. Es genial, en cierto modo. Pero en otro, todo lo que uno escribe lo hace para que otros lo lean. No para que lo admiren, no. Para que sea leído. Confesarse en palabras no sirve si se queda sólo en un escrito que nadie contemplará, que nadie analizará. Es algo egocéntrico, quizás. O simple inseguridad. ¿Sobre qué? Sobre el estilo, sobre su opinión, sobre sí mismo.Cortar con tanta gente me hizo darme cuenta de muchas cosas. Y pasados ya unos cuantos meses puedo decir que extraño un poco su estabilidad. Si bien era enferma, algo que ya no está clama por regresar, sabiéndose imposible. Por otro lado, no me gustaría regresar a aquella época. Quisiera poder ver las cosas desde otro ángulo, quizás. Reencontrarme, como cuando uno deja el colegio (supongo, porque todavía estoy ahí).

Sí, uno extraña a sus ex-amigos, ex-amantes y demás. No sé, sucedieron tantas cosas junto a ellos... Aprendí tanto, me

equivoqué tanto, las vi tanto, las abracé tanto. Las quise tanto. Las amé tanto. Porque las amaba. Sí, como amigas, pero las amaba. Porque eran todo, eran mi círculo, mi mundo, mi gente, mis salidas, mis sonrisas, mis alegrías. Mis tristezas estaban, sí, y ellas sólo las ahondaban sin saberlo; pero creo

que lo hacían de buena fe, el intentar ayudarme desde su posición tan parecida a la mía. Tan desastrosamente, dolorosamente, horrorosamente cierto es el hecho de que nuestro querer no fue suficiente para crecer juntas.Yo crecí para un lado, ellas para el otro. Como cuando uno descompone una fuerza diagonal y nota que es una sino dos fuerzas las que actúan.

Para vos, Magui. La que estaba más cerca, más unida, hasta cierto punto. Sé que no fue tu culpa, que eras (y sos) chica y calentona. Pero no creo que comprendieras hasta qué punto Ann significaba lo que significa para mí. Lo amaba, y vos sabés bien que lo hacía. Pero vos no lo amabas. O lo amabas como ama una chica de 14 años que acaba de empezar su vida. Muy subida al caballo, corazón, a veces. Pero eso no te lo pude decir nunca, porque con el tiempo iba a ser justificado, aunque ni en ese momento ni ahora lo es todavía. Viví con vos cosas que con nadie. Me reí como con nadie. Boludeabamos como pendejas. Y probablemente tener la relación que tenía con vos era solamente una excusa para no crecer. Espero que nos veamos de nuevo alguna vez, dentro de años. Porque sé que sos buena persona, lo sé, lo creo fervorosamente. Y el tiempo hace lo suyo en cada uno de nosotros. Te va a ayudar.

Lía, Dani, lo que sea. Nos peleamos por una relación estúpida que tenías con Cut, Olivia, Gyn, Regina o lo que sea, cómo sea que se llame. Estúpidamente, sí. Necesitaba cortar con eso. Corté con Magui, corté con vos. Fue sistemático, diría. No podía soportar la idea de tenerlas tan separadas a ustedes, casi como extrañas. Vos haciéndola medio mierda a ella, en cierto punto, y ella hasta molestándote a veces. Te creías superior, quizás lo seas en ciertos puntos, pero tu actitud me molestaba de vez en cuando. Loca o no, siempre vas a ser esa amiga con la que compraba cosas de compulsión y coleccionaba mangas y comía pan relleno. Me guardaste tantas cosas... Tantas te guardaste, que creo en cierto punto que eso fue lo que minó la relación y no otra cosa. Mi vida, si querías hablarme de tus problemas, lo hacías y punto. No creo haber sido ni ser una persona cerrada, aunque según vos sea una careta, una estúpida, una desertora. No, las cosas son grises y los extremos no existen. Voy a extrañar compartir salidas al teatro con vos, tomar vodka con jugo a la noche e ir a

visitarte a La Plata como si fuera una salida cualquiera. Cada vez que estoy en el centro y veo el 129 me acuerdo y me dan ganas de tomarlo, con la certeza de que no vas a estar en la terminal, ni yendo para allá y llegando tarde como de costumbre. No voy a poder mandarte un sms para decirte que extraño a Ann (cosa que ya no pasa sino en ciertas madrugadas) solamente para que no lo contestes después alegando que no te llegan, como hacías con Magui. Sos algo egocéntrica, deberías admitir. Aunque nos llamáramos todos los días para ver cómo estábamos y boludear, vos nunca me hubieras dicho todo lo que te pasaba ni cuán mal estabas. ¿Protegerme? No. Querías guardarte cosas para vos, un mundo al cual no tenía acceso. Solamente para después poder reclamarme cosas irreclamables.

Yi, Lo, Ayi. Jajajaja, creo que lo que viví con vos nunca me va a pasar con nadie más. Ni mujer, ni hombre. Mi cuarto no es el lugar para esas cosas, recordame si alguna vez te vuelvo a ver. Te quiero todavía y te extraño. La más colgada, la que menos veía y menos vi. Pero no quita. Con vos no me peleé y yo fui la que le erré infinito al eliminarte, bloquearte y no volverte a hablar.

Fue todo culpa mía, a veces pienso. Pero insisto en que "culpa" no es la palabra, sino "responsabilidad" y mi parte la asumo. No cambiaría nada de lo que viví con ustedes, ni voy a dejar nunca de quererlas. Mi corazón tiene espacio para guardar su lugar intacto. No sé si para que vuelva, porque vuelvo a denotar la imposibilidad del hecho, sino quizás para recordarlas, revivirlas y repensarlas como una buena época y no una oscura. No quiero guardarme lo malo y amargarme, porque tampoco sería justo. No puedo decir que no saqué nada de ustedes, como tampoco que ustedes sacaron nada de mí. Nos quisimos, por un tiempo que pareció una vida (nuestra costumbre de jurar cosas a futuro, de pensarlas infinitas, y luego quemarlas. De vivir la vida a las apuradas, como ciegos en un desierto). Quizás no fue suficiente, pero las cosas se dieron como se dieron y ya no hay quórum para cambiarlas. No hay vía lógica para hacerlo sin retractarse. Y no voy a retractarme de nada, al menos hasta que deje de adherir con mi pensar. Perdono todo lo que me hicieron sufrir, espero que sea recíproco, porque sé que les dolí en algún punto; y espero no haber quedado marcada como una víbora malvada, sino como una persona, una amiga, una compañera. De esas que no vas a olvidar. Porque no las voy a olvidar, por más cursi y estúpido y a promesa falsa que suene. No sé si será así de por vida, no sé si dentro de diez años recordaré sus nombres, sus apellidos, sus historias de vida. Sólo sé lo que ahora siento y percibo y percibí y sentí y eso mismo expreso, como una yugular sangrante.

Lo que más lamento, chicas, es nunca haberles dicho Adiós.