domingo, 6 de febrero de 2011

Hindsight.

No pudo evitar fruncir el ceño y arrugar la nariz. Es lógico, sí, pensó. No hay nada de malo en ello, no, claro. Pero sin embargo le quemaba un poquito la lengua, y su mandíbula quería reír con un poco de amargura entre los dientes.

Le pareció un poco gracioso. Le pareció un poco loco, un poco desquiciado. También, se dijo, algo merecido.

Miró con desdén sus manos unos momentos y recapacitó. Al fin y al cabo, no valían la pena. Ninguno, ni aquella, ni él. No de la manera que los pensó.

No, ya no. Revisó algo muy lejano y encontró un adiós que ahora, se dio cuenta, no era más que para una sombra un tanto repetitiva.

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