Okey. Empezemos a relatar por el hecho de que soy una adolescente excedida de peso. Sí, gorda. Me gusta comer, ¿cuál hay? Dejen de lado cualquier doble sentido estúpido.
A lo que voy es, que nosotras, las gorditas, las rechonchitas, no sentimos feas. Sí. Horribles. ¿Lo somos? No, claro que no. Todos somos hermosos (este pseudo dogma tiene sus reservas, ojo), al menos así pienso yo. Claro que físicamente hablando puede ser otra cosa, más que nada a los ojos ajenos. Más especificamente, de los hombres actuales.
¿Qué carajo buscan, eh? Criaturas completamente visuales. Horribles. Los detesto, pero los amo. Porque, mal que me pese, me encanta su simpleza, como a cualquier mujer. Pero se me olvida que más que una mujer soy una semi-orca, sólo por tener unos cuantos kilos encima que no deberían estar ahí.
Y una cuando llora se pone a pensar. Porque lloramos, sí. No es nada gracioso partirnos el corazón ni usarnos de placebos, porque somos más sensibles al rechazo que cualquiera de ustedes, malditos manipuladores de género masculino. Y es que sí, cada vez que nos dejen, que nos basureen, que prefieran a otra, no va a ser porque las cosas no van más, sino porque tuvieron acceso a un culo de clase más alta.
Es que somos las sobras, las que no sirven ni para un garche. Parece que nuestros sentimientos no valen. Nadie puede enamorarse de nosotras, porque nadie se fija en nosotras para empezar. Pasamos desapercibidas por el corazón (o los ojos, o la pija) masculina en el 99,99% de los casos.
¿Y nos quejamos? No con terceros, no. Nos quejamos comiendo más, fumando más y haciendo menos ejercicio del que deberíamos. Porque somos criaturas de excesos. Exceso de peso, exceso de comida, exceso de vicios, exceso de sentimientos encapotados y cosas que no queremos decir, exceso de miedos.
Qué personas más miedosas que somos. Qué horriblemente predecibles. Y sin embargo, todos los años de total discriminación en cualquier ámbito nos hacen más fuertes. Más fuertes para poder soportar el dolor que nos causa cualquier relación social, más fuertes para poder decir "sí, yo quiero más" cuando nos sentimos para el orto y solamente nos queremos ahogar en nuestras lágrimas de cocodrilo sintiéndonos unas pelotudas por dejar que tales trivialidades del mundo físico-material nos afecten de manera tan profunda.
Lo que más queremos es que nos quieran por lo que somos. Así como somos. Que no intenten cambiarnos. En el packaging que venimos. Y además nos gustaría que estuvieran ansiosos de abrir el paquete, y que no fuera más que un petitorio estúpido de chica fea.
Porque no somos chicas feas.
Somos seres sensible con infinita capacidad de amar.
Y es que nadie lo valora en el siglo XXI. El amor ya no significa nada más que un culo, unas tetas y panza chata. Esa es la definición de amor a primera vista que podríamos considerar aplicar a un ente macho de especie homo sapiens sapiens.
Qué horriblemente patético.
1 comentario:
1) Tener de donde agarrarse es algo que está GENIAL. Despertarse a la mañana con las manos amasando una simpática pancita se siente muy lindo.
2) "Fumar más" es algo comparativo. Una comparación que parte de un inicio conflictivo, como todo vicio. Existe un momento en que pasaste de no fumar a fumar, y he allí la cuestión
3) Pesar 100kg o más a los 18 años no es ser "gordita" o "rechoncha". Ese calificativo abarca un desfasaje de peso para arriba de no más de 15kg. Lo que vos describís es obesidad, y es una enfermedad (sea física o mental, no me interesa profundizar demasiado).
4) La GRAN mayoría de los muchachos anda con chicas que no corresponden ni un 50% con el patrón de belleza establecido en la sociedad occidental. Gran parte de ellas son regordetas. ¿Por qué generalizás que son rechazadas?
5) Siempre está la amiga croqueta para un garche de emergencia. Consecuentemente, afirmar que pasan desapercibidas para "las pijas" es una afirmación inválida.
6) A los chicos con dos dedos de frente (que valen la pena) no le gusta la gente: viciosa, colgada, fumadora, vaga, insegura, histérica, suicida, depresiva, y un montón de etcéteras más. Ser gorda es, frente a todo eso, algo que se torna invisible.
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